Para remediarlo, las ciudades están tratando de aumentar sus esfuerzos en materia de diversidad, equidad e inclusión (DEI). Pero antes de empezar a aplicar de forma significativa estos elementos en todas las iniciativas de la ciudad, es importante comenzar con una clara comprensión de la diferencia entre los tres principios. Una vez que comprenda las tres partes de la DEI, podrá empezar a crear procesos intencionados que conduzcan de forma significativa a resultados más representativos y justos para todos.
¿Qué hay en el nombre?
Incluso los gobiernos locales con las mejores intenciones en materia de diversidad, equidad e inclusión suelen utilizar los términos indistintamente. Pero las palabras son importantes, ya que indican una comprensión más profunda de las barreras y oportunidades subyacentes que rodean este trabajo. Al fin y al cabo, si no entendemos realmente la DEI, ¿cómo podemos plantear estrategias claras para aplicarla? Desglosémoslo.
1. Diversidad
En pocas palabras, la diversidad es la presencia de la diferencia. En el contexto del compromiso cívico, la diversidad suele referirse a la representación de diferentes identidades a través de rasgos como la raza, la identidad de género, la etnia, el estatus socioeconómico y la (dis)capacidad (entre otras muchas características).
Al hablar de la diversidad, es importante que los gobiernos locales sean específicos e intencionados con su lenguaje; en lugar de una declaración general como “queremos llegar a comunidades más diversas”, hay que ser claro en el porqué. ¿Tus iniciativas no suelen llegar a las personas de color, dejándolas así fuera del proceso de deliberación? Entonces declara abiertamente tus objetivos para remediarlo con una declaración de intenciones como “queremos incluir a más personas de color para garantizar que sus voces se escuchen en nuestros proyectos”. Esta transparencia ayuda a generar confianza.
3 formas de incorporar la diversidad en sus iniciativas:
- Implicar a líderes de los grupos comunitarios locales -como asociaciones de vecinos, grupos culturales o religiosos- en sus actividades de divulgación para establecer relaciones y confianza.
- Crear un comité consultivo comunitario para codirigir el proyecto con una representación más completa de la diversidad de la ciudad.
- Llegar a la gente donde está, por ejemplo, creando métodos tangibles de participación de jóvenes y ancianos a través de programas de divulgación específicos.
2. Equidad
En primer lugar, dejemos claro que la equidad no es lo mismo que la igualdad. Pese a que los términos suelen utilizarse indistintamente, la igualdad distribuye los mismos beneficios a todos y asume que todos deben ser tratados de la misma manera, independientemente de sus necesidades, experiencias y oportunidades. La equidad, en cambio, pone a las personas en un plano de igualdad al reconocer las barreras sistémicas que siguen oprimiendo a los grupos tradicionalmente marginados y aplicar una distribución más justa de los recursos..
En resumen, la equidad reconoce que las barreras y los privilegios hacen que no todos lleguen a la mesa con los mismos recursos. Los proyectos equitativos pretenden corregir esos desequilibrios mejorando los procedimientos y procesos.
Crédito de la ilustración: Interaction Institute for Social Change
3 formas de incorporar la equidad en sus iniciativas:
- Reconocer que los miembros de su comunidad tienen diferentes barreras de compromiso, y ofrecer múltiples métodos de compromiso por iniciativa: en persona, digitalmente, por teléfono.
- Aumentar la capacidad de su personal para prestar servicios equitativos asegurándose de que más de una persona se encargue de conocer e incorporar la DEI.
- Reconocer cómo las experiencias negativas del pasado con el gobierno han llevado a los niveles actuales de desconfianza.
3. Inclusión
La inclusión consiste en que todas las personas se sientan bienvenidas y valoradas. Cuando se incluye intencionadamente a las personas, se garantiza un mayor reparto del poder en la toma de decisiones. Aunque las comunidades tienden a ser diversas, a menudo no todo el mundo tiene la sensación de pertenecer a ellas, especialmente aquellos con identidades tradicionalmente marginadas, como las personas de color, los inmigrantes y las personas con discapacidades (pero sin limitarse a ellas). Los gobiernos locales pueden empezar a abordar esta cuestión preguntándose cómo es la experiencia actual de estas personas para examinar las barreras a la inclusión. La inclusión tiene que diseñarse intencionadamente para que se acojan las diferencias y se escuchen respetuosamente los distintos puntos de vista.
3 formas de incorporar la inclusión en sus iniciativas:
- Evaluar el grado de accesibilidad de sus programas; por ejemplo, ¿son los espacios físicos y digitales acogedores para todos, los residentes de edad avanzada, los nuevos padres, las personas con discapacidad?
- Aumentar el acceso a la información y los servicios ofreciendo recursos multilingües adaptados a las poblaciones específicas de su comunidad.
- Reaccionar de forma adecuada y oportuna a las principales preocupaciones de sus residentes, como la creación de un comité consultivo dirigido por la comunidad o un grupo de trabajo sobre la vigilancia.
Las ciudades que se toman el tiempo de incorporar medidas de DEI en sus iniciativas suelen descubrir que las decisiones son más representativas en relación a su diversa comunidad, los recursos se distribuyen de forma más equitativa y los miembros de la comunidad se sienten más comprendidos y, por tanto, confían más en su gobierno.